Los picos entre muestras pueden sonar como una de esas pesadillas técnicas que preferirías evitar, pero han cobrado relevancia en las dos últimas décadas. Antes del cambio de siglo, la mayoría de la gente ni siquiera los conocía. Sin embargo, a medida que la música subía de volumen y se comprimía más durante la famosa guerra de la sonoridad, empezamos a encontrarnos con este problema más a menudo.
Por suerte, esa época se está desvaneciendo poco a poco, con el streaming y la radiodifusión moderna impulsando una música más dinámica.
Hoy en día, podemos disfrutar de pistas con un poco más de respiro, pero resulta que 0 dBFS (el supuesto techo del audio digital) no siempre es el verdadero límite. Los picos entre muestras se producen cuando la señal analógica, tras la conversión digital, supera el máximo digital. Afortunadamente, muchos DAW incluyen ahora medición y limitación de "picos reales" para evitarlo, y estamos asistiendo a una vuelta a un mayor margen, lo que significa menos posibilidades de que se produzcan picos entre muestras.
¿La lección? El audio digital no deja de jugar malas pasadas una vez convertido en analógico. Podría haber más problemas como éste que hemos pasado por alto. En este blog analizaremos qué son los picos entre muestras y por qué son importantes. Pero antes, repasemos un poco cómo funciona el audio digital.
Nociones básicas de audio digital
Hemos recorrido un largo camino desde los viejos tiempos analógicos, cuando todo era puramente físico y continuo. Ahora trabajamos en el ámbito digital, que, comparado con toda la historia de la producción musical, sigue siendo algo así como el niño nuevo del barrio.
Aunque el audio digital nos ha proporcionado muchas ventajas, como la producción multipista, las ediciones sencillas y un sinfín de plugins, los medidores de nuestras DAW no siempre nos dan una imagen completa, especialmente cuando se trata de niveles de pico reales.
En el mundo digital, existe un límite absoluto para el volumen de un sonido, conocido como 0 dBFS. Si un pico intenta ir más allá de ese punto, se corta sin piedad en un proceso llamado recorte digital. No es el tipo de distorsión que te imaginas: distorsión, crujidos, todo lo que no quieres en tu mezcla final.
Lo complicado es que, mientras el sonido en el mundo real no cesa, los sistemas digitales tienen que "medir" o muestrear ese sonido. Toman instantáneas del sonido analógico (que es suave y continuo) y lo convierten en datos digitales mediante un proceso llamado conversión analógico-digital. Aquí es donde entra en juego la frecuencia de muestreo, que define cuántas veces por segundo se mide el sonido.
Una vez que la DAW tiene suficientes muestras, las une para recrear el sonido, dándonos una representación visual en forma de forma de onda. Sin embargo, esa forma de onda está formada por un montón de picos finos y afilados que no siempre reflejan la suavidad del sonido real. Y si aprietas demasiado el volumen, esos picos pueden provocar una saturación digital que haga que tu pista suene áspera o distorsionada.
Así que, aunque la tecnología digital nos da mucho control, también conlleva algunos retos, como asegurarnos de que los picos entre muestras no estropean la mezcla.
Por qué tenemos picos entre muestras
Quizá pienses: "Si tenemos un techo digital, ¿por qué preocuparnos de nada?". Parece que con poner un limitador y subir el volumen a 0 dBFS ya está todo hecho, ¿no? Bueno, la cuestión es que llevar la música hasta el techo puede dar volumen, pero no significa necesariamente que sea mejor.
El verdadero problema surge cuando hay que volver a convertir la señal digital en analógica. El convertidor analógico-digital (A/D) del sistema sólo puede tomar instantáneas del sonido a una frecuencia de muestreo fija, lo que significa que mide en momentos concretos. No es continuo. Por lo tanto, aunque capturemos la mayor parte de la señal de audio, siempre existe la posibilidad de que se produzcan picos entre esas muestras.
Y aquí es donde la cosa se complica: el dominio digital no "ve" realmente lo que ocurre entre esos puntos. Sólo nos muestra una bonita visualización basada en las muestras que ha recogido. Cuando la señal digital se convierte de nuevo en analógica, se reconstruye la curva entre esas muestras. Es entonces cuando esos picos entre muestras se cuelan, creando picos más altos que los que la señal digital mostraba originalmente.
En otras palabras, esos picos pueden estar acechando en el espacio entre las instantáneas, y cuando todo se convierte de nuevo a analógico, la señal del mundo real puede acabar siendo más fuerte de lo que esperabas, empujándote más allá del supuesto techo digital. Ahí es donde está el problema.
Cómo evitar los picos entre muestras
¿Cómo podemos evitar que se produzcan picos entre muestras? Lo mejor es dejar que la mezcla respire un poco. No lleves la grabación de audio al límite absoluto. Dejar un poco de espacio para que aparezcan esos picos entre muestras sin arruinar la pista puede marcar la diferencia. Incluso algo tan pequeño como 0,2 dB de margen puede hacer maravillas. En serio, ese pequeño margen puede evitar que tu mezcla suene distorsionada cuando se reproduce en diferentes sistemas.
Por suerte, hoy en día disponemos de excelentes herramientas que te ayudarán a conseguirlo. La mayoría de los limitadores ofrecen ahora una verdadera limitación de picos, lo que significa que están diseñados para detectar los picos entre muestras antes de que se conviertan en un problema.
Herramientas como el Pro-L2 de FabFilter y el L2 Ultramaximizer de Waves tienen medidores de picos reales y te permiten establecer un techo de picos real y mantener todo bajo control. Así, cuando ajustas tu limitador a -0,2 dB, se está asegurando de que incluso esos picos ocultos entre muestras no se vuelvan locos y causen distorsión.
Tal vez se pregunte: ¿debo preocuparme realmente por los picos intermuestrales y cuándo se convierten en un problema? La respuesta depende de varias cosas.
Si mezclas para sistemas de alta calidad, como sistemas de sonido profesionales o equipos de alta fidelidad, estos picos entre muestras son menos problemáticos. Los equipos de gama alta están mejor equipados para manejar el proceso de conversión entre el dominio digital y el analógico, por lo que las posibilidades de que tu mezcla se rompa son menores.
El problema empieza cuando la música se reproduce en dispositivos más pequeños y de menor calidad, como auriculares baratos, autorradios de gama baja o el altavoz integrado del teléfono. Estos dispositivos no gestionan la conversión con la misma fluidez, por lo que los picos entre muestras pueden sonar distorsionados.
El mismo problema se produce cuando los archivos WAV o AIFF se convierten a formatos de menor calidad, como MP3 o AAC. Los algoritmos de compresión de estos formatos pueden aumentar aún más los picos entre muestras, y lo que empezó como un pico menor en tu mezcla de alta calidad puede convertirse de repente en un problema más evidente en la versión comprimida.
Y aquí hay algo más en lo que pensar: si tu música va a múltiples destinos (como servicios de streaming, radio o diferentes formatos), hay más posibilidades de que los picos entre muestras causen problemas.
Cada vez que tu mezcla se convierte para una nueva plataforma o formato, es como jugar al teléfono. Cuantos más pasos haya en el proceso, más posibilidades hay de que la señal se degrade.
Reflexiones finales
Dicho todo esto, los picos entre muestras no son el fin del mundo. Muchas mezclas comerciales modernas los tienen y siguen funcionando bien.
Así que, aunque merece la pena tener un buen medidor de picos reales y aplicar una verdadera limitación de picos para mantener bajo control cada pico entre muestras, no pierdas el sueño por ello. Con un poco más de margen y las herramientas adecuadas, tu música seguirá sonando como debe.