Mezclar música de jazz supone un reto único, que nos lleva de vuelta a las raíces de uno de los géneros más perdurables de la historia de la música. A diferencia de muchos estilos contemporáneos que evolucionan continuamente con los avances tecnológicos, el jazz ha conservado notablemente su sonido auténtico durante las últimas décadas.
La verdadera marca de un ingeniero experto brilla en su enfoque de la mezcla de un disco de jazz, donde la esencia de la interpretación en directo reina libre y las dinámicas sutiles deben preservarse, en lugar de reinventarse. Si se está acostumbrado a mezclar música pop, rock, hip-hop o electrónica, puede resultar difícil alejarse de lo que se entiende actualmente como ingeniero de mezclas.
La mezcla de jazz requiere un enfoque más matizado, desde captar la interacción espontánea entre instrumentos hasta respetar el espacio acústico que define su sonido. Hoy vamos a analizar 13 consejos y técnicas de eficacia probada para mezclar jazz y explorar cómo la adopción de estos enfoques únicos puede convertirte en un mejor ingeniero de sonido.
1. Mantener la naturalidad
La música jazz lleva mucho tiempo profundamente arraigada en los clubes y los bares clandestinos. Incluso hoy en día, lleva consigo la esencia de los espacios acústicos naturales donde resonó por primera vez.
Esta conexión con su entorno no es sólo histórica, sino un aspecto significativo del sonido y el atractivo del género. Las actuaciones en directo, espontáneas e interactivas, típicas del jazz, prosperan en estos entornos acústicos. Queremos oír los matices de la reverberación de la sala y la interacción entre los músicos de la banda, aunque no sea técnicamente "perfecta".
Siguiendo la tradición, la mayoría de los instrumentos de jazz se tocan en su forma pura, sin amplificar, ya sea el bajo vertical, el saxo o el piano. Como ingeniero de mezclas que trabaja con jazz, el reto es mantener esa autenticidad natural. Si está a cargo de la sesión de grabación, esto también significa considerar cuidadosamente la colocación de los micrófonos en la sala.
A menos que el artista te diga específicamente que te aventures a probar algo experimental, tu objetivo principal debe ser reproducir la sensación de estar en la sala con los músicos.
2. No te pases con la compresión
La emoción en el jazz reside en la dinámica, por lo que es fundamental ser suave con la compresión.
El rango dinámico inherente al jazz -desde el golpe más suave de una caja hasta la explosión de una sección de metales- cuenta una historia. La tensión y la liberación lo son todo, por eso uno de los mayores errores que pueden cometer los ingenieros de mezcla es la compresión excesiva.
Lo último que quieres hacer es robarle a la música su savia vital y arrancarle el flujo y el reflujo.
Cuando utilices compresión en jazz, ten un propósito claro y explícito. Por ejemplo, puedes utilizar un compresor en un contrabajo con un toque ligero para igualar los niveles entre las notas de pizzicato y los pasajes con arco, de forma que ambos se integren bien en la mezcla.
En un piano, la compresión puede aplicarse para suavizar los picos de los pasajes staccato más agresivos, preservando al mismo tiempo las variaciones de volumen expresivas de las secciones más suaves y líricas.
3. Utilizar la saturación de la cinta
Algunos de los mejores discos de jazz se grabaron en cinta, así que, lo sepas o no, el sonido y la saturación que obtienes de ella es algo que estás acostumbrado a escuchar.
La saturación de cinta es uno de mis tipos favoritos de saturación para usar en una mezcla, especialmente cuando se busca calidez, carácter y cohesión. Incluso cuando se utiliza sutilmente, puede ser muy impactante. Además de los armónicos que se obtienen con la saturación, también se consigue una ligera compresión de la que suelen carecer las grabaciones digitales.
Cuando utilices la saturación de cinta en el master, hazlo con ligereza. El objetivo es dotar a toda la mezcla de una calidez y plenitud cohesivas sin comprometer su claridad y rango dinámico. Algunos lo llaman "pegamento".
Algunos de mis plugins de saturación de cinta favoritos son el Universal Audio Ampex ATR-102, que ofrece una representación meticulosamente modelada de la clásica máquina de cinta, y el Waves J37, inspirado en la máquina utilizada para grabar muchos de los mejores álbumes de los años sesenta.
4. Encontrar espacio desde el principio
Encontrar espacio en la mezcla inicial es fundamental, sobre todo en la música de jazz. Antes de recurrir a un ecualizador, considera la panoramización y los niveles como herramientas principales para crear espacio y profundidad. La idea es que cada elemento encaje en el campo estéreo de forma natural, para que no tengas que recurrir a la ecualización más adelante.
Desplaza y ajusta los niveles para que cada instrumento brille en su propio espacio. Por ejemplo, puedes panoramizar la sección rítmica ligeramente descentrada para reflejar su ubicación física en directo, con el contrabajo ligeramente a la izquierda y el piano a la derecha. La batería puede panoramizarse según la perspectiva del oyente, colocando el hi-hat ligeramente a un lado y los toms repartidos por el campo estéreo, para ofrecer una representación más realista.
5. Deja que la batería decida
Uno de mis principios rectores para mezclar jazz es "dejar que la batería decida". En mi opinión, las características sónicas y la dinámica de la batería marcan el tono del resto de la mezcla.
Veamos dos enfoques muy distintos de la mezcla de baterías en el jazz.
En un escenario, la batería podría tener una caja suave y cepillada y un bombo discreto y suave para complementar el ambiente clásico, relajado y ahumado de un salón. Esta configuración exige que el bajo, el piano y los instrumentos de viento se mezclen de forma que reflejen esta sutileza.
Por el contrario, una mezcla centrada en un tema bebop de gran energía podría incluir una caja con un chasquido agudo y pronunciado y un bombo firme y prominente. Ese sonido de batería también requeriría un enfoque de mezcla mucho más agresivo y dinámico para el resto de los instrumentos.
Por ejemplo, el matizado sonido de la batería de Paul Motian en "Sunday at the Village Vanguard" de Bill Evans, donde su pincelada no sólo crea un ambiente contemplativo, sino que también dicta una mezcla en la que cada instrumento respira e interactúa. En el otro lado del espectro, tenemos la energía explosiva de Art Blakey en "Moanin", que muestra cómo una batería potente y centrada puede obligar a los demás músicos a intensificar su trabajo.
6. Prepárese para las peculiaridades de mezclar con una banda en directo
Uno de los retos más singulares de mezclar jazz es saber mezclar una banda en directo, lo que supone una mentalidad diferente a la que se suele aplicar para mezclar música pop.
Muchas grabaciones de jazz capturan la magia de una sesión en directo. Se mete a un grupo de músicos de jazz en una sala, se les rodea de una constelación de micrófonos y se les da a grabar. Aunque ésta sigue siendo la mejor forma de captar la interacción espontánea y la energía de una actuación en directo, también introduce complejidades como el sangrado y los problemas de fase.
El sangrado es el sonido de un instrumento que es captado por el micrófono de otro instrumento. En la música de jazz, sin embargo, en lugar de ver el sangrado como un problema, puedes aprovecharlo como una oportunidad para añadir profundidad y realismo a tu mezcla.
Los micrófonos de sala, por ejemplo, tienen un valor incalculable en este contexto. Un ingeniero de grabación los utilizará para captar el sonido colectivo del conjunto en la misma sala, lo que da a la mezcla una sensación de unidad difícil de reproducir con pistas aisladas. La clave es tener cuidado con los problemas de fase entre estas fuentes microfónicas.
Presta atención a las relaciones de fase entre los micrófonos, especialmente los que están cerca o captan la misma fuente. Invertir la fase de un micrófono a menudo puede resolver la cancelación de fase y reforzar un sonido débil. También puedes ser estratégico con la automatización del volumen para minimizar el impacto del sangrado en los momentos críticos.
7. Proceso en paralelo
El procesamiento en paralelo es una de mis técnicas favoritas en general, aunque a la hora de mezclar jazz es clave.
Mediante la conexión en bus de efectos como compresión, reverberación o retardo a canales paralelos, puedes mezclar la señal procesada con las pistas originales sin procesar y aumentar determinados aspectos sonoros sin saturar el sonido natural general de la mezcla.
En una mezcla de jazz, suelo utilizar la compresión paralela en la batería, enviando las pistas de batería a un bus con una fuerte compresión y mezclándolas después con la batería original sin procesar. Al final, se obtiene un sonido de batería mucho más contundente y cohesivo, que conserva la sutileza y la dinámica esenciales para el jazz.
La reverberación en paralelo también es muy útil. Por ejemplo, puedo enviar una pista de saxofón o trompeta a un bus dedicado a la reverb para crear una sensación de espacio ambiental sin que suene distante o desvaído. Por supuesto, a menos que el músico lo pida, es mejor ser sutil con efectos espaciales como la reverberación y el retardo.
8. Aproveche la automatización del volumen
La automatización del volumen prevalece sobre la compresión a la hora de mezclar música de jazz. En lugar de escuchar unos picos y buscar un compresor para controlarlos, puedes utilizar la automatización del volumen para bajarlos y conseguir un control más preciso y natural.
La compresión, aunque se aplique con relativa ligereza, puede acabar con la vida de un solo espontáneo. Por otro lado, la automatización del volumen te permite realzar o atenuar ciertas partes de la interpretación según sea necesario, dándote el control para asegurarte de que cada matiz se escucha exactamente como se pretendía.
9. Sea sutil con los efectos
La forma en que utilices los efectos en tu álbum de jazz puede influir en su sonido "atemporal".
Ciertos discos, como los de la era del jazz fusión de los 70 con sus característicos bajos cargados de phaser, o los discos de rock de los 80 caracterizados por el uso intensivo de reverberaciones gated, pueden sonar claramente anticuados debido a los efectos predominantes de su época.
Seguro que los productores e ingenieros pensaron que estaban siendo innovadores en ese momento, y aunque lo eran, también ancla esos discos a un periodo específico, lo que puede limitar su atractivo para futuros oyentes.
La clave para evitar que un disco suene anticuado es atender sobre todo a las necesidades de la música. Deja que sea el propio disco el que dicte si hay que usar efectos o no. Por ejemplo, un disco de jazz que pretenda captar el ambiente acústico y en directo de un álbum de Blue Note de los años 60 se beneficiaría de unos efectos mínimos.
Por otro lado, un proyecto de jazz fusión moderno, como Electric Masada o James Blood Ulmer, podría incorporar con gusto efectos esotéricos como delays y phasers para salirse de las normas del género. La diferencia es que estos efectos formarían parte del sonido y constituirían una declaración artística, en lugar de ser un efecto barato a posteriori.
10. Encontrar la reverberación adecuada
A la hora de mezclar jazz, en lugar de recurrir a efectos basados en el tiempo, suelo recomendar utilizar reverbs ambientales o de sala. Este tipo de reverberaciones están diseñadas para emular la acústica natural de un espacio, proporcionando una sensación de aire y dimensión que realza la sensación de directo de la grabación sin restarle musicalidad.
El objetivo es que la banda parezca estar tocando junta en el mismo espacio, aunque las pistas se hayan grabado por separado. Las reverberaciones ambientales y de sala pueden rellenar sutilmente los huecos entre los instrumentos, uniéndolos en un escenario sonoro cohesivo que refleje la experiencia de un club de jazz o una sala de conciertos en directo.
Al seleccionar una reverb para una mezcla de jazz, considere ajustes que ofrezcan una sensación realista de espacio con un tiempo de decaimiento relativamente corto.
11. Cuidado con las guerras de volumen
Seguro que a estas alturas todos estamos hartos de oír hablar de las "guerras del volumen". Sin embargo, eso no significa que no sigamos una tendencia hacia prácticas de masterización cada vez más agresivas destinadas a que la música suene lo más alto posible.
La cuestión es que esta búsqueda del máximo volumen no encaja con el espíritu del jazz. Las mezclas de jazz prosperan en el flujo y reflujo de la intensidad, los momentos tranquilos son tan expresivos como los fuertes.
Al preparar una mezcla de jazz para su masterización y posterior emisión o streaming, hay que tener especial cuidado en mantener la integridad dinámica. Si se somete una mezcla de jazz a una presión excesiva en el limitador o el códec, pueden producirse distorsiones o artefactos no deseados. Los platillos suelen llevarse la peor parte de este tratamiento agresivo.
Los platillos, uno de los elementos más importantes de la música jazz, contribuyen significativamente a la sensación y la atmósfera de una pista. Sin embargo, si se limitan demasiado, la mezcla resulta limitada y artificial. Probablemente sea una de las razones por las que no se oyen muchos platillos pesados en la música pop. No encajan bien con una masterización pesada.
En lugar de buscar la máxima sonoridad para que tu mezcla destaque frente a otras en las plataformas de streaming, es mejor aprovechar el rango dinámico en lugar de que los algoritmos de streaming reduzcan la sonoridad de tu master.
12. Utilizar ecualizadores de hardware
El ecualizador puede influir significativamente en el sonido final de la mezcla.
Optar por ecualizadores de hardware clásicos más conservadores o sus emulaciones de plugin puede añadir esa dulce capa de riqueza analógica y sutileza que funciona de maravilla en el jazz. No son tan precisos, pero de eso se trata. Queremos que nuestras elecciones de ecualización sean musicales, no quirúrgicas.
El Pultec EQP-1A es uno de mis favoritos para mezclar discos de jazz. Tiene la capacidad única de cortar y realzar simultáneamente la misma frecuencia, lo que puede añadir profundidad y presencia a un bajo vertical, por ejemplo.
Las emulaciones de Neve 1073 también son geniales para endulzar las voces, manteniendo al mismo tiempo una sensación orgánica.
13. Referencia de otras mezclas
La toma de referencias es una práctica inestimable para cualquier ingeniero de mezclas, independientemente del género en el que trabaje. Por suerte, en el jazz tenemos décadas de referencias sonoras que nos guían en el proceso de mezcla.
Elija una pista de jazz mezclada y masterizada por profesionales que comparta similitudes con la suya y analícela detenidamente para obtener información sobre cómo equilibrar los instrumentos, gestionar la dinámica y aplicar efectos de forma que se potencie el impacto emocional y la claridad de la música.
Después de mezclar durante horas y horas, puede ser difícil mantener una perspectiva fresca. Con la referenciación, tienes ante ti la perspectiva correcta para volver a comprobar tus decisiones en cualquier momento y asegurarte de que vas por el buen camino.
El resultado final
En comparación con otros géneros musicales, la música jazz puede ser bastante difícil de mezclar. Tiene la dificultad de mezclar instrumentos acústicos en una grabación en directo y la imposibilidad de ocultar defectos tras efectos como la compresión y la reverberación.
Por eso es tan importante hacer las cosas bien durante el proceso de grabación. Cualquier gran mezclador de jazz te dirá que los discos legendarios de jazz no proceden del proceso de mezcla, sino de los músicos, la composición y la grabación. Una vez que está en tus manos, tu único trabajo es elevar la experiencia auditiva.
Que estos consejos te inspiren para mezclar con la sensibilidad y fluidez que exige el jazz, para que cada tema que toques se balancee, tenga groove y resuene durante generaciones.