Los giros en la música: Qué son y cómo funcionan

Los giros en la música: Qué son y cómo funcionan Los giros en la música: Qué son y cómo funcionan

Independientemente del estilo de música que escribas o toques, conocer los elementos que la componen es clave para convertirte en el mejor músico que puedas ser. A la hora de crear progresiones de acordes, hay varias herramientas que los grandes compositores tienen a su disposición, como las escalas, la melodía y la armonía.

En el jazz, el blues y la música country, sin embargo, otro de los elementos clave que hay que conocer es el turnaround. Sin él, mucha de la música que escuchamos sonaría aburrida y repetitiva. Pero, ¿qué es un turnaround en música y cómo puedes utilizarlo para hacer tus canciones más interesantes?

En esta guía, aprenderemos las diferentes funciones de los turnarounds y veremos cómo implementarlos en tus progresiones de acordes, independientemente del estilo de música que toques.

¿Qué es una progresión de giro?

La mejor manera de explicar los giros es imaginar que estás contando una historia musical y que has llegado a un punto en el que necesitas reconducir las cosas, atar algunos cabos sueltos o preparar el escenario para la siguiente parte de la historia.

Una progresión por turnos es la herramienta perfecta para todo ello.

En esencia, se trata de una secuencia de acordes, normalmente colocados cerca del final de una frase o sección, que te devuelven al principio de una sección (acorde I o acorde de tónica) o te preparan para avanzar. También pueden utilizarse para resolver una pieza musical en lugar de hacer la transición a una nueva parte.

Desde un punto de vista teórico, los turnarounds utilizan la armonía como parte de una progresión de acordes. Por ejemplo, en una progresión de blues de 12 compases, el turnaround suele producirse en los dos últimos compases, preparándote para volver directamente al primer acorde del principio de la progresión.

Un ejemplo clásico es la progresión I-VI-II-V.

En la tonalidad de Do mayor, sería Do (I), La menor (VI), Re menor (II) y Sol (V). Esta secuencia conduce de forma natural de vuelta al acorde de Do, creando una sensación de cierre a la vez que impulsa la música hacia delante.

Si has escuchado suficiente blues en tu vida, es probable que esta progresión te parezca natural. Tu cerebro percibe inconscientemente hacia dónde va la música.

Pero, ¿por qué los cambios de rumbo parecen tan arraigados en nuestra psique musical?

Para responder a eso, tenemos que mirar atrás en la historia.

Historia de la progresión del cambio de rumbo

Los cambios de rumbo no son nada nuevo.

De hecho, los historiadores de la música afirman que han sido una parte fundamental de la música durante siglos. El sonido familiar del acorde V que se resuelve en I podía oírse en la música del siglo XVI, sobre todo en Europa Occidental.

Sin embargo, si avanzamos unos cientos de años hasta la llegada del blues y el jazz, es aquí donde los cambios de rumbo empezaron realmente a encontrar su forma.

La música blues empezó a tomar forma en el sur de Estados Unidos durante la década de 1920, y los giros se convirtieron en un componente clave de la estructura de 12 compases del género.

El turnaround era una herramienta necesaria para devolver la música al principio de la progresión de acordes, especialmente con la naturaleza repetitiva y cíclica. Los primeros turnarounds eran básicos, por no decir otra cosa, y solían consistir en una cadencia V-I que señalaba el final de un ciclo y el comienzo de otro.

Sin embargo, a medida que la música de jazz se desarrollaba en la década de 1930, los músicos empezaron a experimentar con turnarounds más complejos y sofisticados. Músicos como Duke Ellington y Charlie Parker ampliaron los límites de lo que sabíamos que era posible con progresiones de acordes, utilizando acordes extendidos, sustituciones y cromatismo en sus turnarounds.

Hoy en día, podemos escuchar turnarounds en todo tipo de música, desde el country al pop, pasando por el folk y el rock and roll. Aunque estos giros son armónicamente diferentes, todos comparten la misma función básica.

La función de un cambio de rumbo

Independientemente del género, un giro debe actuar como un signo de puntuación musical, señalando el final de una sección y preparando al oyente para el comienzo de otra.

Sin embargo, además de reforzar la estructura de un género repetitivo como el blues, los turnarounds también pueden crear transiciones entre distintas secciones de una canción.

Por ejemplo, puede utilizar uno para unir una estrofa y un estribillo y conseguir una transición más suave entre secciones.

En "Sweet Home Alabama", tenemos una progresión de acordes Re-Sol. Para volver a la estrofa o al estribillo, el acorde de Sol sirve de giro.

Por otra parte, los giros también pueden utilizarse para introducir una sensación de anticipación. El tiempo que pasas suspendido en ese IV crea expectación en el oyente, que se hace una idea de adónde vas, pero aún no lo has conseguido.

Si realmente quieres ser creativo, puedes utilizar un giro para sorprender a tu oyente. Por ejemplo, si escribes una canción pop con un acorde V que vuelve al I, puedes sustituirlo en un momento dado por un acorde VI bemol. En la tonalidad de Do mayor, sería un Ab en lugar de un Sol.

Personalmente, me encantan estos pequeños giros inesperados en la música, sobre todo teniendo en cuenta cuántas canciones reciclan exactamente las mismas progresiones de acordes.

Tipos de cambios

Si quieres empezar a incorporar progresiones por turnos en tu música, hay infinitas formas de hacerlo. A menudo me parece que lo mejor es empezar por lo básico.

En la mayoría de la música pop, encontrarás progresiones de acordes comunes que utilizan los mismos giros. Si estás escribiendo una canción que quieres integrar con un sonido conocido, te recomiendo que pruebes con estos:

  • I - V - IV - V: Esta progresión de giros es una de las más sencillas que existen. Sin duda la habrás oído en muchas canciones populares.
  • I - VI - II - V: Otro gran giro para la música pop y el jazz.
  • I - VI - IV - V: Si quieres una sensación más cíclica en tu canción, esta progresión de giro es una opción sólida.

Como guitarrista, conocí la progresión turnaround hace mucho tiempo tocando blues de 12 compases. En la mayoría de las canciones de blues, el turnaround se encuentra en los dos últimos compases.

Por ejemplo, si estuviéramos en la tonalidad de Do mayor, en los compases 1-8, podríamos tener la progresión:

C-C-C-C-F-F-C-C

En los compases 9-10, pasaríamos de la dominante a la subdominante:

G-F

Finalmente, llegaríamos al giro en los compases 11-12:

C-G

El último Sol de la progresión de giro es lo que usaríamos para crear esa sensación de anticipación antes de volver al Do, o acorde I en la parte superior de la progresión de 12 compases.

Un enfoque más avanzado

Si crees que puedes escribir una progresión de 12 compases con las manos atadas a la espalda, quizá quieras explorar giros más avanzados. El jazz es un buen lugar para empezar, ya que muchos temas de jazz utilizan sustituciones y extensiones para crear giros armónicos más ricos.

Digamos que estás escribiendo en la tonalidad de Do mayor todavía. Tu progresión de giro básica sería así:

Cmaj7 - Am7 - Dm7 - G7

Podríamos aderezarlo sustituyendo A7 por Am7, con lo que quedaría:

Cmaj7 - A7 - Dm7 - G7

Dando un paso más, podríamos utilizar extensiones en esa progresión de acordes para conseguir aún más color:

Cmaj7 - A7#5 - Dm9 - G13

Aunque la progresión anterior pueda parecer complicada, la realidad es que se basa en la misma progresión básica de giro con la que empezamos.

Algunos giros en la música popular

Hay literalmente miles de canciones populares en las que podría pensar que tienen grandes ejemplos de cambios de rumbo, pero pensé en darte algunos ejemplos para que te hagas una mejor idea de cómo funcionan en el mundo real.

"Sweet Home Chicago" de Robert Johnson

"Sweet Home Chicago" es un ejemplo clásico de giro de 12 compases de blues.

En este estándar de blues, como en muchos, el giro se produce en los dos últimos compases de cada ciclo de 12 compases.

Este tema en concreto tiene una progresión básica I-IV-V-I en la tonalidad de Mi, que tiene este aspecto:

MI - LA - SI7 - MI

En la última parte de la progresión, la pista desciende de Mi a Si7 de forma cromática (Re-C#-B) antes de volver a Mi en la parte superior.

"Hojas de otoño" de Joseph Kosma

"Autumn Leaves" es sin duda uno de los estándares de jazz más emblemáticos de todos los tiempos.

La canción utiliza una progresión básica ii-V-I, aunque muchos intérpretes improvisarán con extensiones jazzísticas.

Si nos fijamos en el giro desde la tonalidad original de Sol menor, es básicamente Am7 - D7 - Gm (Am7b5-D7-Gm6)

El uso de acordes de ii menor y V dominante le da esa rica textura armónica antes de llevarnos de vuelta al acorde de tónica.

"Lady Bird" - Todd Dameron

Una de mis progresiones de giro favoritas viene de un pequeño y genial estándar de jazz llamado "Lady Bird".

Utilizar este estilo de giro en tu música es una forma estupenda de empezar a incorporar subdominantes menores o conseguir ese sonido "Coltrane".

Normalmente, la progresión de acordes sería algo así: I7-IVm7-bVII7-Imaj7

En la tonalidad de Do mayor, sería así:

  • C7 (V7 de IV) - El acorde de séptima dominante C actúa como un acorde V7 que conduce a Fm7.
  • Fm7 (iv7 ) - La subdominante menor proporciona una voz suave que conduce con su cualidad menor.
  • Si♭7 (V7 de V7) - El acorde de 7ª de dominante Si♭ actúa como dominante secundaria, creando una línea cromática descendente hasta la tónica.
  • Cmaj7 (Imaj7) - Finalmente, resolvemos al acorde de séptima mayor tónica, proporcionando una sensación de resolución.

Puedes llevar esta idea aún más lejos, como en la progresión anterior, donde se utilizan múltiples acordes secundarios de dominante.

Reflexiones finales

Hay tantas cosas increíbles que puedes hacer con progresiones de acordes sencillas cuando empiezas a explorar elementos matizados como los turnarounds. Te animo a que empieces a explorar canciones con progresiones turnaround y veas cómo puedes utilizarlas en tus propias canciones. Es una forma excelente de aumentar tu arsenal de opciones de acordes, especialmente si tocas blues o jazz.

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