¿Siente curiosidad por la música de azar? Pues ha venido al lugar adecuado.
La música aleatoria es un estilo musical en el que elementos como la melodía, el ritmo o la armonía se dejan al azar. Los compositores tiran los dados para decidir la nota siguiente o lanzan una moneda al aire para elegir un ritmo.
Originada a partir del alucinante trabajo de compositores como John Cage, la música de azar tira por la ventana el manual de composición tradicional, invitando al azar y a lo inesperado. En esta guía nos adentraremos en el fascinante mundo de la música fortuita y te explicaremos cómo puedes empezar a crearla tú mismo.
Historia de la música de azar
Si buceamos en la historia de la música de azar, descubrimos que sus raíces se remontan, aunque parezca mentira, al menos hasta finales del siglo XV. Imaginemos a compositores como Johannes Ockeghem, que creó la Missa cuiusvis toni, una misa que podía interpretarse en cualquier modo, dando a los intérpretes la oportunidad de elegir.
Si avanzamos hasta finales del siglo XVIII y principios del XIX, nos toparemos con el Musikalisches Würfelspiel, o juego de dados musical, en el que las melodías se creaban tirando dados.
En el siglo XX, nos llegó la intrigante obra del artista francés Marcel Duchamp, que entre 1913 y 1915 incursionó en el azar con piezas que sentaron las bases de futuras exploraciones.
Sin embargo, fue el compositor estadounidense John Cage quien realmente sobrepasó los límites en 1951 con su Música de los cambios, calificada como "la primera composición determinada en gran medida por procedimientos aleatorios". El planteamiento de Cage abrió todo un nuevo abanico de posibilidades, combinando el concepto de indeterminación con la composición musical de un modo que sigue inspirando y desafiando.
Uso moderno
Hacia el siglo XX, las semillas de la música aleatoria empezaron a germinar en las composiciones del compositor estadounidense Charles Ives, cuya innovadora obra incorporaba rasgos aleatorios antes incluso de que existiera el término.
Ives fue en cierto modo un pionero, experimentando con técnicas poco convencionales como la superposición de ritmos y elementos indeterminados, sentando las bases para futuras exploraciones del azar en la música.
En los años 30 llegó Henry Cowell, quien, inspirado por Ives, tomó estas ideas y las puso en práctica. El enfoque de Cowell fue innovador.
Por ejemplo, en piezas como "Mosaic Quartet" (Cuarteto de cuerda nº 3), permitía a los intérpretes elegir el orden de los movimientos, introduciendo un elemento de imprevisibilidad e interpretación individual en la interpretación. La obra de Cowell reimaginó la relación entre compositor, intérprete y público.
En la década de 1940, compositores estadounidenses como Alan Hovhaness adoptaron y adaptaron estas prácticas aleatorias en sus propias composiciones. A partir de su obra "Lousadzak", de 1944, introdujo una técnica interesante que recuerda en cierto modo a lo que hacía Cowell, pero con un enfoque único.
Escribió una serie de patrones cortos, cada uno con sus propios ritmos y tonos, y los asignó a varias partes del conjunto. A continuación, ordenó a los músicos que tocaran estos patrones repetidamente, pero a su propio ritmo, sin preocuparse de sincronizarse con el resto del grupo.
El resultado fue un efecto exuberante y estratificado, en el que la música parece coordinada y espontánea a la vez.
Tipo de música de azar
Lo bueno de la música de azar es que no se trata de un enfoque único.
De hecho, los compositores han jugado con el azar de varias formas distintas, lo que nos lleva a clasificar la música fortuita en tres intrigantes grupos: el método de utilizar procedimientos aleatorios para producir una forma determinada y móvil, y la notación indeterminada.
Veámoslos con más detalle.
Utilización de procedimientos aleatorios para obtener una puntuación fija determinada
En la música de azar, utilizar procedimientos aleatorios para producir una partitura determinada y fija es un método fascinante en el que la tirada de dados (por así decirlo) se produce durante la fase de composición.
Esto significa que todos los elementos musicales están fijados antes de que nadie piense siquiera en interpretar la pieza. Un ejemplo clásico es "Music of Changes" de John Cage, de 1951, en la que utilizó el I Ching, un antiguo texto de adivinación chino, para tomar decisiones sobre la estructura de la composición y los eventos sonoros. ¿El resultado? Una pieza completamente determinada e inmutable en la interpretación, pero cuya creación fue un viaje a través de la incertidumbre.
También está Iannis Xenakis, que adoptó un enfoque ligeramente diferente al aplicar las teorías de la probabilidad para dar forma a las intrincadas texturas de "Pithoprakta". En esta obra, Xenakis utilizó modelos matemáticos para definir la dinámica, los tonos y las densidades de la pieza, creando un complejo paisaje sonoro que parece caótico e intencionado a la vez.
Formulario móvil
La forma móvil lleva la música de azar al espacio de interpretación, ofreciendo una mezcla única de elementos compuestos y elección del intérprete. En este enfoque, el compositor prepara la escena proporcionando eventos o segmentos musicales anotados, pero aquí está el giro: el orden y la disposición de estos eventos se dejan a la discreción del intérprete en el momento de la actuación.
Un ejemplo brillante de este estilo de música aleatoria es "Klavierstück XI" de Karlheinz Stockhausen, de 1956. En esta pieza para piano, Stockhausen presenta una serie de fragmentos musicales en la partitura, y el intérprete decide en tiempo real qué fragmento tocar a continuación, basándose en una serie de instrucciones. Este método introduce variabilidad y espontaneidad en cada interpretación, haciendo que cada interpretación de la pieza sea única.
Notación indeterminada
Este estilo único de música aleatoria traspasa los límites de la música fortuita abrazando el mayor grado de indeterminación, donde la notación musical tradicional pasa a un segundo plano en favor de signos visuales o verbales más abstractos.
El método de composición musical indeterminada libera a las composiciones de las limitaciones de las partituras convencionales, invitando a los intérpretes a interpretar la música con un alto nivel de creatividad y aportación personal. December 1952", de Earle Brown, es un ejemplo paradigmático de este enfoque, con una partitura gráfica compuesta de líneas y formas flotantes, que deja la interpretación del tono, la duración y la dinámica en gran medida a discreción del intérprete.
Del mismo modo, "Intersection No. 2" de Morton Feldman, de 1951, abandona la notación tradicional por un sistema que sólo especifica la densidad de las notas y las zonas generales de afinación, lo que subraya aún más el papel del intérprete en la realización de la pieza.
Música casual en el cine
Puede que ni siquiera se haya dado cuenta, pero las técnicas aleatorias se han entretejido sutilmente en el tejido de algunas de las bandas sonoras cinematográficas más memorables. Un ejemplo notable es la partitura de John Williams para la película "Images", de 1972, durante las escenas en las que el protagonista experimenta vívidas alucinaciones.
Williams utilizó elementos musicales aleatorios para reflejar su desorientación psicológica.
Mark Snow introdujo las técnicas de la música aleatoria en la era moderna con su trabajo en "Expediente X: Fight the Future" (1998). Utilizando muestras digitales de instrumentos acústicos manipulados de forma impredecible, creó una partitura atmosférica única que subrayaba los temas de misterio y conspiración de la película.
Uno de los casos más famosos, sin embargo, podría ser el de la partitura de Howard Shore en "El Señor de los Anillos: La Comunidad del Anillo" (2001). Durante la escena con el Vigilante en el Agua ante las puertas de Moria, la partitura de Shore incorpora elementos de notación indeterminada para hacer la escena más caótica.
Aceptar la incertidumbre
Con sus técnicas aleatorias y su abrazo a la indeterminación, la música aleatoria, la música indeterminada o la música aleatoria (como quiera llamársele), toma el número a menudo limitado de posibilidades y parámetros musicales de la composición y los expande en todas direcciones.
Si integras en tu trabajo elementos como números aleatorios, formas móviles y notación indeterminada, tanto si escribes un solo de piano como si produces música electrónica, puedes ampliar los límites de tus nociones tradicionales de composición.
Así que, ¿por qué no tirar los dados en su próximo proyecto? Al fin y al cabo, en el mundo de la producción musical el azar puede ser la estrategia ganadora.